Final de curso y ofertas de sentido
Paseando por la histórica ciudad portuguesa de Coimbra hace unos días tuve ocasión de comprobar que también en nuestro país vecino proliferan las ofertas de grupos esotéricos y orientalistas, en la órbita de la Nueva Era. En concreto, distintos carteles publicitaban las actividades de la secta Nueva Acrópolis, que se presenta como escuela de filosofía “a la manera clásica” y asociación cultural. Otros, en cambio, ofrecían la participación en un grupo de yoga anónimo (una razón para sospechar cuando nos encontramos con estas propuestas).
Al visitar los edificios más emblemáticos de la importante Universidad conimbrigense me di cuenta de que aquellos carteles callejeros aparecían con más profusión en los tablones de sus pasillos. Si la plaza pública es un buen lugar para la captación de participantes y potenciales adeptos, pensé, la Academia es ideal para contactar con unos jóvenes que pueden tener unas mínimas inquietudes intelectuales o vitales. Por eso no es raro ver, también en nuestros campus, propaganda de técnicas del potencial humano, grupos de meditación oriental, talleres de relajación o psicoterapias alternativas.
Como muestra, ahí están los mensajes ofrecidos por el cartel antes citado del yoga. Si mi portugués no me falla, junto al título “Yoga. Vive en el corazón” aparecía una cita de los Upanishad, libros sagrados hindúes. Y explicaba la actividad, junto a la fecha y hora (pero no la entidad convocante, como ya he señalado al comienzo): “Existe más potencial dentro de ti de lo que has descubierto hasta ahora. ¡Haz crecer tu vida en dirección a lo Más Alto!”. Por otro lado, los carteles del controvertido movimiento llamado Nueva Acrópolis convocaban a diversas actividades: una conferencia sobre “Giordano Bruno, el filósofo maldito”, un taller dedicado a la “Musicoterapia. El equilibrio a través de la música”, y un interesante curso intensivo de verano sobre “La sabiduría viva de las civilizaciones antiguas de Oriente y Occidente”, que mostraba a un hombre por un camino, con la panorámica de monumentos de distintas culturas y las principales cuestiones existenciales: “¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?”
La literatura clásica antisectas a partir de los años 70 señalaba a las dependencias universitarias como un lugar propicio para la captación de jóvenes idealistas y soñadores, que en su ansia por vivir algo diferente y rebelarse contra la sociedad monolítica serían presa fácil del anzuelo tan estudiado por las sectas. Ofertas de cursos, talleres, convivencias... Y así sucedió en muchas ocasiones, convirtiéndose los pasillos y jardines del campus en el patio a recorrer por los agentes del proselitismo. Hoy la situación ha cambiado, y se reducen bastante las vías para contactar con los estudiantes, casi sólo a la cartelería publicitaria. Pero siempre pueden intentarse las comunicaciones presenciales, y sobre todo cuando pensamos en profesores que pertenezcan a estos grupos (que haberlos, haylos).
Yo me quedo con la imagen en mi retina de los jóvenes con sus libros subrayados y sus apuntes coloreados en las mesas de la cafetería universitaria de Coimbra, junto a los tablones que les presentan el supermercado espiritual. Es final de curso y a los estudiantes no puede pedírseles que atiendan a nada más que sus exámenes finales, justo antes ya del verano (las vacaciones tan merecidas o la prolongación del estudio en un tiempo tan caluroso). Pero no podemos perder de vista que esas ofertas están ahí. Continuamente. Y hay un público que siempre tiene unas inquietudes culturales mayores e incluso, por qué no decirlo, un grado mayor o menor de insatisfacción religiosa o, al menos, de búsqueda espiritual.
No podemos rebajar el desafío de las sectas y de la nueva religiosidad a algo concerniente sólo a los jóvenes como a veces se ha hecho. Pero tampoco debemos olvidar que el chico o la chica que acude a la Universidad a encontrarse con el vasto campo del saber, y recibe tantos datos y estímulos de tantos profesores y libros, necesitará algo que dé cohesión y sentido a todo eso. Las cabezas se pueden llenar con conocimientos, pero no los corazones. Les hace falta algo más, Alguien más. Y si va a venir el primer mercader de lo espiritual a llenar con su producto o subproducto el vacío que dejan en algunas personas las preguntas de quién soy, de dónde vengo y a dónde voy, es necesario que nos planteemos la seriedad de la cosa. Distintas sectas y corrientes esotéricas o de un difuso cariz “espiritual” siguen ahí. Y los jóvenes somos un blanco muy apetecible.
Luis Santamaría
Fuente:En Acción Digital
jueves, 26 de junio de 2008
Paseando por la histórica ciudad portuguesa de Coimbra hace unos días tuve ocasión de comprobar que también en nuestro país vecino proliferan las ofertas de grupos esotéricos y orientalistas, en la órbita de la Nueva Era. En concreto, distintos carteles publicitaban las actividades de la secta Nueva Acrópolis, que se presenta como escuela de filosofía “a la manera clásica” y asociación cultural. Otros, en cambio, ofrecían la participación en un grupo de yoga anónimo (una razón para sospechar cuando nos encontramos con estas propuestas).
Al visitar los edificios más emblemáticos de la importante Universidad conimbrigense me di cuenta de que aquellos carteles callejeros aparecían con más profusión en los tablones de sus pasillos. Si la plaza pública es un buen lugar para la captación de participantes y potenciales adeptos, pensé, la Academia es ideal para contactar con unos jóvenes que pueden tener unas mínimas inquietudes intelectuales o vitales. Por eso no es raro ver, también en nuestros campus, propaganda de técnicas del potencial humano, grupos de meditación oriental, talleres de relajación o psicoterapias alternativas.
Como muestra, ahí están los mensajes ofrecidos por el cartel antes citado del yoga. Si mi portugués no me falla, junto al título “Yoga. Vive en el corazón” aparecía una cita de los Upanishad, libros sagrados hindúes. Y explicaba la actividad, junto a la fecha y hora (pero no la entidad convocante, como ya he señalado al comienzo): “Existe más potencial dentro de ti de lo que has descubierto hasta ahora. ¡Haz crecer tu vida en dirección a lo Más Alto!”. Por otro lado, los carteles del controvertido movimiento llamado Nueva Acrópolis convocaban a diversas actividades: una conferencia sobre “Giordano Bruno, el filósofo maldito”, un taller dedicado a la “Musicoterapia. El equilibrio a través de la música”, y un interesante curso intensivo de verano sobre “La sabiduría viva de las civilizaciones antiguas de Oriente y Occidente”, que mostraba a un hombre por un camino, con la panorámica de monumentos de distintas culturas y las principales cuestiones existenciales: “¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?”
La literatura clásica antisectas a partir de los años 70 señalaba a las dependencias universitarias como un lugar propicio para la captación de jóvenes idealistas y soñadores, que en su ansia por vivir algo diferente y rebelarse contra la sociedad monolítica serían presa fácil del anzuelo tan estudiado por las sectas. Ofertas de cursos, talleres, convivencias... Y así sucedió en muchas ocasiones, convirtiéndose los pasillos y jardines del campus en el patio a recorrer por los agentes del proselitismo. Hoy la situación ha cambiado, y se reducen bastante las vías para contactar con los estudiantes, casi sólo a la cartelería publicitaria. Pero siempre pueden intentarse las comunicaciones presenciales, y sobre todo cuando pensamos en profesores que pertenezcan a estos grupos (que haberlos, haylos).
Yo me quedo con la imagen en mi retina de los jóvenes con sus libros subrayados y sus apuntes coloreados en las mesas de la cafetería universitaria de Coimbra, junto a los tablones que les presentan el supermercado espiritual. Es final de curso y a los estudiantes no puede pedírseles que atiendan a nada más que sus exámenes finales, justo antes ya del verano (las vacaciones tan merecidas o la prolongación del estudio en un tiempo tan caluroso). Pero no podemos perder de vista que esas ofertas están ahí. Continuamente. Y hay un público que siempre tiene unas inquietudes culturales mayores e incluso, por qué no decirlo, un grado mayor o menor de insatisfacción religiosa o, al menos, de búsqueda espiritual.
No podemos rebajar el desafío de las sectas y de la nueva religiosidad a algo concerniente sólo a los jóvenes como a veces se ha hecho. Pero tampoco debemos olvidar que el chico o la chica que acude a la Universidad a encontrarse con el vasto campo del saber, y recibe tantos datos y estímulos de tantos profesores y libros, necesitará algo que dé cohesión y sentido a todo eso. Las cabezas se pueden llenar con conocimientos, pero no los corazones. Les hace falta algo más, Alguien más. Y si va a venir el primer mercader de lo espiritual a llenar con su producto o subproducto el vacío que dejan en algunas personas las preguntas de quién soy, de dónde vengo y a dónde voy, es necesario que nos planteemos la seriedad de la cosa. Distintas sectas y corrientes esotéricas o de un difuso cariz “espiritual” siguen ahí. Y los jóvenes somos un blanco muy apetecible.
Luis Santamaría
Fuente:En Acción Digital
jueves, 26 de junio de 2008
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