CORAL BRAVO
04/10/2008
Terrorismo y sectas
Recuerdo en mi infancia la periódica implosión en la vida de los españoles de la macabra noticia de un atentado de ETA. Y recuerdo que, cada vez que eso ocurría, los políticos de turno emitían sentidos y calcados comunicados que yo veía que se repetían casi idénticos, y que, en mi mente infantil, presentía que no significaban nada, que eran sólo buenas palabras y formalismos; porque todos solían expresar ideas que nos conocemos “al dedillo”, tales como: “Los demócratas unidos acabaremos con el terrorismo” “No podrán con nosotros”, “El final de ETA está cerca”, etc.etc., pero yo veía que pasaba el tiempo y ninguna de esas optimistas premoniciones de los políticos se hacía realidad.
A día de hoy, muchos años después, ETA sigue viva, y sigue matando a pesar de tan buenos augurios y tan autómatamente repetidos. Y todos queremos que deje de matar, pero es innegable que ni la voluntad democrática de la inmensa mayoría, ni las actuaciones policiales, ni las gestiones de ningún Gobierno democrático han podido acabar con el terrorismo en España.
He pasado tres años de mi vida dedicando mi tiempo libre a estudiar e investigar algo que se conoce muy poco a nivel general: grupos totalitarios, también llamados grupos destructivos de la personalidad, sectas destructivas, microfascismos, etc.etc. En general, y para informar mínimamente al lector profano en la materia, un grupo totalitario o secta destructiva es toda aquella organización que emplea técnicas de manipulación de la mente o de la personalidad con los adeptos para conseguir sus fines (casi siempre, dinero y poder). Hablando de este asunto, se nos vendrían “a vuela pluma” a la mente algunas sectas populares de las que, más o menos, todos tenemos noticias. Pero difícilmente se nos vendría a la mente un grupo terrorista.
Los expertos en la materia saben muy bien que cualquier banda terrorista es eso, un tipo de grupo totalitario que funciona exactamente igual que aquello que conocemos como secta. El modo de captar adeptos, de adoctrinarlos y de programarlos es exactamente igual que el que utilizó, por ejemplo, aquella secta religiosa “Templo del Pueblo” que en 1.978 indujo a casi mil adeptos a un suicidio colectivo en Jonestown (Guyana). Dicho de un modo más asequible, en todo grupo terrorista se utilizan técnicas de control y de manipulación mental con los adeptos, tanto en la captación, como en la retención, la fanatización y el “adiestramiento”. No pretendo eximir, con ello, la responsabilidad de los que llegan a matar a decenas de personas sin el más mínimo remordimiento, pero, tras ellos, hay otros responsables en una jerarquía en la que los que matan son simples instrumentos y sólo la base de la pirámide. Y esto que digo puede sonar "a chino” a mucha gente porque la desinformación en esta materia es tan grande como intolerable; pero existen en España expertos en la materia, como Pepe Rodríguez -quien ya ha escrito sobre este asunto-, que lo pueden acreditar fehacientemente. Es cierto que el problema del terrorismo es complejo, pero también es cierto e inaudito que las instituciones competentes no tengan en cuenta que todo grupo terrorista es una secta destructiva.
En el Código Penal Español existe un artículo, el 515/3, que penaliza el empleo de este tipo de técnicas -coloquialmente denominadas de “lavado de cerebro”- (“Son punibles las asociaciones ilícitas, teniendo tal consideración: ......las que, aun teniendo por objeto un fín licito, empleen medios violentos, o de alteración o control de la personalidad para su consecución”). Pues bien, a día de hoy este artículo del código penal parece estar de simple adorno porque a nivel judicial no se contempla; aún en España no ha habido ninguna sentencia condenatoria en base a esta disposición (que se introdujo en el Código Penal en 1.992), a pesar de las miles de víctimas indefensas, y a pesar de las cientos de demandas que llegan a los juzgados, las cuales son rechazadas o archivadas sistemáticamente. ¿Por qué este muro infranqueable?
Quizás los políticos debieran tomar decisiones serias sobre este tema porque el hacer que se cumpla esta resolución penal pudiera ser una vía efectiva, desde el núcleo del problema, para frenar, no solo a los grupos terroristas, sino también a un sinfín de organizaciones criminales y "sectas" que campean impunes por nuestro país. Mientras esto no ocurra, los ciudadanos sabremos que es incierta la voluntad de todos de acabar con el terrorismo. Por eso, cada vez que me llega la siniestra noticia de otro atentado terrorista y escucho las declaraciones de algunos políticos, aunque no dudo de sus buenas intenciones, me sigue envolviendo aquella sensación de mi niñez en que presentía que las palabras a veces sólo se revisten de forma, pero sin ningún contenido, o sea, pura demagogia o, quizás, simplemente, una vergonzosa falta de información.
Coral Bravo es Doctora en Filología y Miembro de Europa Laica
Fuente: Elplural.com
04/10/2008
Terrorismo y sectas
Recuerdo en mi infancia la periódica implosión en la vida de los españoles de la macabra noticia de un atentado de ETA. Y recuerdo que, cada vez que eso ocurría, los políticos de turno emitían sentidos y calcados comunicados que yo veía que se repetían casi idénticos, y que, en mi mente infantil, presentía que no significaban nada, que eran sólo buenas palabras y formalismos; porque todos solían expresar ideas que nos conocemos “al dedillo”, tales como: “Los demócratas unidos acabaremos con el terrorismo” “No podrán con nosotros”, “El final de ETA está cerca”, etc.etc., pero yo veía que pasaba el tiempo y ninguna de esas optimistas premoniciones de los políticos se hacía realidad.
A día de hoy, muchos años después, ETA sigue viva, y sigue matando a pesar de tan buenos augurios y tan autómatamente repetidos. Y todos queremos que deje de matar, pero es innegable que ni la voluntad democrática de la inmensa mayoría, ni las actuaciones policiales, ni las gestiones de ningún Gobierno democrático han podido acabar con el terrorismo en España.
He pasado tres años de mi vida dedicando mi tiempo libre a estudiar e investigar algo que se conoce muy poco a nivel general: grupos totalitarios, también llamados grupos destructivos de la personalidad, sectas destructivas, microfascismos, etc.etc. En general, y para informar mínimamente al lector profano en la materia, un grupo totalitario o secta destructiva es toda aquella organización que emplea técnicas de manipulación de la mente o de la personalidad con los adeptos para conseguir sus fines (casi siempre, dinero y poder). Hablando de este asunto, se nos vendrían “a vuela pluma” a la mente algunas sectas populares de las que, más o menos, todos tenemos noticias. Pero difícilmente se nos vendría a la mente un grupo terrorista.
Los expertos en la materia saben muy bien que cualquier banda terrorista es eso, un tipo de grupo totalitario que funciona exactamente igual que aquello que conocemos como secta. El modo de captar adeptos, de adoctrinarlos y de programarlos es exactamente igual que el que utilizó, por ejemplo, aquella secta religiosa “Templo del Pueblo” que en 1.978 indujo a casi mil adeptos a un suicidio colectivo en Jonestown (Guyana). Dicho de un modo más asequible, en todo grupo terrorista se utilizan técnicas de control y de manipulación mental con los adeptos, tanto en la captación, como en la retención, la fanatización y el “adiestramiento”. No pretendo eximir, con ello, la responsabilidad de los que llegan a matar a decenas de personas sin el más mínimo remordimiento, pero, tras ellos, hay otros responsables en una jerarquía en la que los que matan son simples instrumentos y sólo la base de la pirámide. Y esto que digo puede sonar "a chino” a mucha gente porque la desinformación en esta materia es tan grande como intolerable; pero existen en España expertos en la materia, como Pepe Rodríguez -quien ya ha escrito sobre este asunto-, que lo pueden acreditar fehacientemente. Es cierto que el problema del terrorismo es complejo, pero también es cierto e inaudito que las instituciones competentes no tengan en cuenta que todo grupo terrorista es una secta destructiva.
En el Código Penal Español existe un artículo, el 515/3, que penaliza el empleo de este tipo de técnicas -coloquialmente denominadas de “lavado de cerebro”- (“Son punibles las asociaciones ilícitas, teniendo tal consideración: ......las que, aun teniendo por objeto un fín licito, empleen medios violentos, o de alteración o control de la personalidad para su consecución”). Pues bien, a día de hoy este artículo del código penal parece estar de simple adorno porque a nivel judicial no se contempla; aún en España no ha habido ninguna sentencia condenatoria en base a esta disposición (que se introdujo en el Código Penal en 1.992), a pesar de las miles de víctimas indefensas, y a pesar de las cientos de demandas que llegan a los juzgados, las cuales son rechazadas o archivadas sistemáticamente. ¿Por qué este muro infranqueable?
Quizás los políticos debieran tomar decisiones serias sobre este tema porque el hacer que se cumpla esta resolución penal pudiera ser una vía efectiva, desde el núcleo del problema, para frenar, no solo a los grupos terroristas, sino también a un sinfín de organizaciones criminales y "sectas" que campean impunes por nuestro país. Mientras esto no ocurra, los ciudadanos sabremos que es incierta la voluntad de todos de acabar con el terrorismo. Por eso, cada vez que me llega la siniestra noticia de otro atentado terrorista y escucho las declaraciones de algunos políticos, aunque no dudo de sus buenas intenciones, me sigue envolviendo aquella sensación de mi niñez en que presentía que las palabras a veces sólo se revisten de forma, pero sin ningún contenido, o sea, pura demagogia o, quizás, simplemente, una vergonzosa falta de información.
Coral Bravo es Doctora en Filología y Miembro de Europa Laica
Fuente: Elplural.com
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